Pues ha llegado, amigos, el momento
en que —alegre y sereno— voy camino
del Hades, acatando mi destino,
escribí en el Jardín mi testamento.
El morir nada es para nosotros
si despreciamos las supersticiones
que admite el vulgo y predicaron otros.
Privados de sentidos y emociones,
no podemos sufrir. Y no hay ninguna
meta más inestable que el dinero,
que nos deja a merced de la Fortuna
y ellos tanto codician. Yo prefiero
disfrutar de la dicha cotidiana,
que los bienes pasados me hagan fuerte,
no haber sentido miedo ante la muerte
y no querer sobrevivir mañana.
Veréis que mi legado es pobre…Os dejo
mi voz, mal entendida y silenciada,
mis átomos, disueltos en la nada,
este Jardín y un último consejo:
El principio y el fin son los placeres.
Pero obrad con prudencia: ni suntuosos
banquetes ni bebidas ni mujeres
ni fiestas os harán vivir dichosos.
Pues el gozo es la ausencia de dolores.
Sabe el sabio que siempre ha sido fútil
el vicio o la ambición ciega de honores.
Un buen amigo puede seros útil
en este mundo hostil, tan inseguro…
Fui feliz con vosotros en Atenas.
Ni las enfermedades ni las penasa
lo han impedido. Gracias. Epicuro.
Murcia, 17 de junio de 2008, Rafael Martínez Cuadrado. Incluido en el libro ‘El polvo y la ceniza’.